lunes, 26 de abril de 2010

Paciente Espera

El bueno de don Layo, espera pacientemente en la ‘sala de espera’, en el consultorio de su dentista. De pronto sale su asistenta y comenta con la recepcionista: «Hoy sí que vamos bien. El doctor ya está listo para ver al paciente de las tres y sólo son las cuatro y media».

Babel

Dos elefantes, se balanceaban, sobre la tela de una… (¡ups!, esta es otra historia)
Dos elefantes, regalados por la India a Guaqui causaron sensación al mismo tiempo que un problema de idiomas en dicho pueblo costero al lago más alto del mundo. Los elefantes ‘Indirani’, de ocho años y ‘Govindan’, de cinco, fueron la atracción tanto de los niños como de los adultos de Guaqui, que no habían visto antes un elefante en su pueblo. El problema surgió cuando los cornacas indios trataron de enseñar la forma de manejar los animales a los guardianes de zoo de Guaqui que solamente hablaban aimara. Los elefantes, por su parte, solo entendían las órdenes en hindi. La cuestión planteada a los guaqueños era la de si debían enseñar hindi a los guardianes, o bien aimara a los elefantes.
(El bueno de don Layo, estaba ausente y no pudo ayudar a resolver el dilema).

martes, 20 de abril de 2010

Economía Simple

A la salida de un supermercado, doña Yola comenta con su esposo el bueno de don Layo: «Es una ley simple de economía, querido: el trigo sube, sube el pan; el trigo baja, el pan se queda arriba».

Sombra

El profesor Brandon no quitaba los ojos de encima a su alumno Quisbert, que jugaba en el patio del colegio en la hora del recreo. El niño miraba al suelo atentamente, como si buscase algo. De repente, se tumbó todo lo largo que era sobre el suelo.
¿Qué estás haciendo? – le preguntó el profesor.
Sólo quiero ver si mi sombra me queda bien −. Dijo el curioso alumno.

martes, 13 de abril de 2010

La Bondad De Don Layo Vs. La Sabiduría De Otro

El avión tenía tres pasajeros; un boy scout, el bueno de don Layo y el hombre más sabio de Inglaterra. De pronto, el piloto anunció la inminencia de un accidente fatal. «Por desgracia», añadió, «sólo disponemos de tres paracaídas. Yo he de usar uno de ellos a fin de poder informar sobre el suceso».
«Y yo tengo que utilizar el otro», dijo el sabio, «porque todavía he de hacer una gran contribución a la humanidad». Dicho esto, saltó junto con el piloto.
«Chiquitín», dijo el bueno de don Layo dirigiéndose al boy scout, «yo he tenido ya una vida y tú sólo has empezado a vivirla. Coge el último paracaídas… y buena suerte».
«No se preocupe señor», repuso el pequeño. «Todavía tenemos dos paracaídas. El hombre más sabio de Inglaterra se ha llevado mi mochila».