«Deseo que consigas para mi unas píldoras que me hagan más inteligente» pidió la señora Yola a su esposo el bueno de don Layo. Y él así lo hizo. Una semana más tarde, la señora le dijo:
−No siento ningún cambio.
−Sigue tomando las píldoras y ya veremos la semana próxima – le indicó don Layo.
−Aún no siento ninguna mejora – observó la señora al cabo de otra semana −. ¿No será que me has estado dando un placebo?
−No ves, ya eres más inteligente – exclamó el bueno de don Layo.
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