Cuando Mario Quisbert volvía del colegio a casa, le salieron al paso unos muchachos mayores que le exigieron dinero. Denuncio el atraco a la policía, donde mecanografiaron su declaración y le pidieron que verificara si era correcta y luego la firmara.
− ¿Algún error? – le preguntaron al ver que movía la cabeza.
−Sí – repuso Mario −. Hay dos faltas de ortografía.
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