El ya anciano padre del bueno de don Layo, que era aún más buen, fue al médico y éste le dijo:
− Su estado parece crítico. Al observar su ojo derecho, veo que tiene neumonía y reumatismo.
El anciano le contestó:
− Pues mire usted el otro ahora, porque da la casualidad que mi ojo derecho es de cristal.
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