sábado, 31 de octubre de 2009

La Espoleta

El bueno de don Layo, tiene siempre el don de decir lo más adecuado. El día del cumpleaños de su pequeña hija, después de comer un pollo, cogieron la espoleta para romperla y ver así a quien se le podía cumplir un deseo. La pequeña, que ansiaba ver realizado su sueño, se decepcionó al quedarse con el extremo menor del hueso, mientras don Layo conservaba el más grande. «No importa hijita…», la consoló el bueno de su padre, sonriente. «Mi deseo fue que se realizara el tuyo».

jueves, 29 de octubre de 2009

Pasajero Ejemplar

En un autobús repleto de personas, un individuo obstruía el pasillo e impedía el paso. Cortésmente, el bueno de don Layo, que acababa de subir le pidió que avanzara hacia el interior, pero el sujeto se volvió y le llamó «imbécil». Lejos de disgustarse, don layo sonrió y dijo a los demás pasajeros, para quitarles el susto: «No sé quién tiene razón, si este caballero que me llama imbécil o yo que llamo caballero a un imbécil

domingo, 25 de octubre de 2009

Toto en un Pub

El bueno de don Layo entró en un pub llevando consigo a su Shar Pei llamado Toto, un perro muy arrugado y también muy listo. Ya en la barra con su compañero, don layo pidió una copa para cada uno.
¡Pero no puede usted entrar aquí con un pero! – dijo a gritos el barman.
Un momento − le contestó don Layo −. Este perro es amigo mío y lo quiero casi como a un hijo. Además, sabe tocar cualquier instrumento musical.
El barman apostó dos copas a que el perro sería incapaz de hacer tal cosa.
Don Layo aceptó la apuesta, y el de la barra trajo un violín que puso frente al animal. Con gran sorpresa de todos los presentes, el arrugado perro tomó el violín y lo toco con mucho sentimiento. «Nos debe usted dos copas», dijo el bueno de don Layo.
A continuación, el barman pidió que les trajeran un trombón y, sin tardar, Toto comenzó a ejecutar una pieza de jazz. «Nos debe usted otras dos copas», advirtió orgulloso don Layo.
El barman empezaba a estar cansado de tantas copas gratis. Entonces se acordó de que guardaba en la bodega una vieja concertina, un acordeón de forma hexagonal dejado hace mucho por un músico argentino. Fue en busca del instrumento y lo plantó en la barra. Inmediatamente, Toto se levantó, agarró la concertina y se puso a besarla y a estrecharla entre sus patas.
¿Lo ve? – dijo el barman −. Ya sabía yo que este bicho no podría tocar esto.
No se precipite – le atajó don Layo −. ¡En cuanto mi amigo se dé cuenta de que no puede casarse con ella empezará a tocarla! Y quizás nos regale hasta un tango.

viernes, 23 de octubre de 2009

De tal palo...

Durante un recorrido por su huerto, el bueno de don Layo descubre a un chiquillo subido en un manzano.
Espera y verás, pillo – le dice, además de identificarlo como al travieso de Quisbert, su alumno −. Pienso hablar con tú padre.
El pequeño alza la mirada y dice:
Papá, aquí abajo hay un señor que quiere hablarte.

lunes, 19 de octubre de 2009

El Perfecto

Quisbert, alumno del profesor Brandon, se quejaba constantemente de las chicas del colegio. Todas son «demasiado tontas, demasiado frívolas, demasiado habladoras»… demasiado esto, demasiado lo otro.
Un día dijo que había encontrado a la única, a la más prefecta mujer del mundo. Sin embargo, cuando dio la noticia, el profesor Brandon no advirtió en él la alegría que se esperaba.
¿Qué pasa? – le preguntó el profesor −. Has encontrado a la mujer perfecta, ¿no es así?
– contestó Quisbert −, pero ella está buscando al hombre perfecto.

Clubs

Los clubs de alumnos del colegio, en el que trabaja el profesor Brandon y por sugerencia de él, estaban haciendo campaña para reclutar nuevos miembros, y el tablero de anuncios aparecía repleto de eslóganes. A cual más atractivo. Sin embargo, el que más miradas atrajo fue el siguiente: «El club de introvertidos celebrará su primera reunión en el ropero del aula 12. Se pide a los nuevos miembros que se queden en casa».

jueves, 15 de octubre de 2009

Otro Tren

TELEGRAMA: Perdido tren. Saldré mañana misma hora. Layo.
Respuesta: Si sales misma hora volverás a perderlo. Yola.

Métodos Modernos

Sentado en una banca a la vera de un camino en el pueblo, el padre del bueno de don Layo, campesino curtido por la intemperie y que era aún más bueno, escuchaba pacientemente a un intelectual de la ciudad que exponía sus ideas sobre diversos aspectos de la agricultura:
Por ejemplo – decía el capitalino −, con los métodos científicos modernos de cría, los granjeros podrían producir aves con seis patas y así triplicar sus ganancias.
El rústico campesino, acomodando con la lengua a un lado de la boca el bolo de coca masticada y asintiendo lentamente con la cabeza, dijo:
No dudo que haya métodos modernos de cría, señor. Pero con seis patas, ¿qué "método moderno" usaría uno para atrapar las gallinas?

lunes, 5 de octubre de 2009

Constelación

El examen de la clase de Astronomía del profesor Sir Layo Brandon, fue largo y muy difícil. Una de las preguntas era: «Si está usted en el ecuador el 21 de junio, y cierta constelación aparece allí veinte grados al este de la luna nueva, ¿cuál sería la mejor posición para observar dicha constelación si estuviera usted a treinta grados norte de latitud y cien grados oeste de longitud y fueran las dos en punto de la madrugada, hora del meridiano de Greenwich?»
Uno de sus alumnos, el pícaro de Quisbert, se quedó pensando un momento y luego escribió: «La mejor posición para observar esa constelación sería en el jardín de mi casa, tumbado de espaldas en el césped y mirando hacia arriba».

Demaciada Flor

El bueno de don Layo es tan callado que resulta taciturno. Un día entró en una floristería en cuyo mostrador aparecía el tradicional eslogan de “Dígaselo con flores”.
Quisiera una rosa, − dijo – una sola. Que la manden a esta dirección con mi tarjeta.
La florista le escogió una. Don Layo arrancó cuidadosamente los pétalos de la flor hasta que solo quedaron dos. Luego se la entregó a la florista diciendo:
Aquí tiene. Incluso así, aún me pregunto si no he dicho demasiado.