sábado, 31 de octubre de 2009

La Espoleta

El bueno de don Layo, tiene siempre el don de decir lo más adecuado. El día del cumpleaños de su pequeña hija, después de comer un pollo, cogieron la espoleta para romperla y ver así a quien se le podía cumplir un deseo. La pequeña, que ansiaba ver realizado su sueño, se decepcionó al quedarse con el extremo menor del hueso, mientras don Layo conservaba el más grande. «No importa hijita…», la consoló el bueno de su padre, sonriente. «Mi deseo fue que se realizara el tuyo».

No hay comentarios: