La esposa del profesor Brandon, la señora Yola, subió en el ascensor de un hospital a la vez que un empleado vestido de blanco que llevaba un extraño aparato. Era muy grande y tenía gran cantidad de mandos, barras, válvulas, medidores, indicadores y botellas invertidas.
− ¡Qué barbaridad! – Comentó la señora. – No me gustaría nada estar conectada a esa máquina.
El empleado respondió:
− A mí tampoco, señora. Es un lavaalfombras.
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