jueves, 10 de diciembre de 2009

Una De Dos

El apuesto e inteligente Mario Quisbert – dejando de lado su timidez – se sentó al lado de una guapa muchacha en el patio del colegio a la hora del recreo. Nunca habían hablado de nada en particular, y le impresionó su cordialidad. Al volver a sus aulas, le habló de su pequeño escondite secreto en el jardín de su casa, para su sorpresa, le preguntó si le gustaría pasar allí la tarde del sábado próximo. «Sólo nosotros dos, en secreto, dueños de mi jardín y el mundo…» Aquello parecía muy romántico, pero demasiado rápido para la chiquilla. Le dijo, pues, que tendría que pensarlo. Corrió a su mesa y no pudo dejar de contarle todo a su compañera. « ¡Yo creo que tienes que ir!», le dijo. « ¡Se llevará una gran decepción si las dos rechazamos su invitación!».

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