jueves, 26 de abril de 2012

Inexperto

El bueno del profesor Layo Brandon recién titulado y muy joven aún, muy nervioso ante la primera clase de su carrera, anunció: «Mi nombre es señor Brandon y quiero que se me conozca como tal». Fue un gran error. Durante todo el tiempo que trabajo en aquel lugar le llamaron «señor tal».

martes, 17 de abril de 2012

Incompleto

Para una ferretería especializada en artículos para la agricultura, el profesor Brandon escribe un anuncio, corto y claro, pedido por el propietario para hacer publicidad: «Todo lo necesario para el agricultor, menos lluvia»

domingo, 4 de diciembre de 2011

Llamamiento

El párroco de una iglesia, pide al profesor Brandon que escriba un llamamiento dirigido a los varones adultos como él, por su baja asistencia: «Cuando usted nació, su madre lo trajo aquí. Cuando hizo su primera comunión, su escuela lo trajo aquí. Cuando se casó, su mujer lo trajo aquí. Cuando muera, sus amigos lo traerán aquí. ¿Por qué no trata de venir alguna vez por su cuenta?».

sábado, 12 de noviembre de 2011

Progreso

El bueno de don Layo aconseja a un anticuario: «Si le ha ido tan bien en el negocio… trasládese ahora a un local más viejo».

martes, 18 de octubre de 2011

Impermeable

La esposa del bueno de don Layo, la señora Yola, amante de los abrigos de piel, fue a un centro comercial y se compró un magnífico abrigo de piel de conejo. Mientras pagaba con su tarjeta, le preguntó a la vendedora si a la prenda le afectaría la lluvia, a lo que la empleada le contestó negativamente.
¿Está usted segura? – insistió la señora Yola, incrédula.
¿Es que acaso ha visto usted alguna vez a un conejo con paraguas? – fue la contestación.

martes, 11 de octubre de 2011

Agujeros

Una chica menuda que llevaba pendientes en las orejas, las cejas, la nariz, el labio y el ombligo, entró en la oficina de admisión del colegio donde atendía el profesor Brandon. A él le disgustó su aspecto, pero ella parecía agradable y además escucho atentamente las instrucciones sobre los requisitos de admisión. Cuando el profesor le dijo que tendría que presentar una instancia de vacunación, ella se quedo helada y le preguntó nerviosamente:
− ¿Eso quiere decir que me van a pinchar con una aguja?

sábado, 20 de agosto de 2011

miércoles, 17 de agosto de 2011

Ta, Ta, Ta, Chan...

Recientemente el bueno de don Layo visitó a un amigo y, mientras charlaban, su hijo pequeño empezó a golpear un tambor de juguete.
¿No te pone ese ruido los nervios de punta? — le preguntó don Layo.
En realidad, no — contestó el —. Eso nos mantiene tranquilos.

jueves, 4 de agosto de 2011

Inclinación Natural

Cuando el bueno de don Layo le preguntó a una joven madre, que hacia cuando su hijo lloraba, ella respondió: «Si no está con hambre, si no está mojado, si no está con sueño, si no está con gases, si no está pinchándose con algún imperdible, pienso que quizá le agrada el sonido de su propia voz, así que le dejo que la escuche».

viernes, 29 de julio de 2011

Reencarnación

Un distinguido grupo de personas estaban discutiendo sobre la reencarnación, y la mayoría de ellos decía que quería volver como médicos, abogados, actrices. Pero la esposa del bueno de don Layo, la señora Yola se apartó de la tendencia general.
Quisiera reencarnar en una osa – dijo.
¿Por qué? − le preguntaron.
Así conseguiría un abrigo de piel sin molestar a los defensores de los animales, podría dormir todo el invierno sin trabajar… y no tendría que preocuparme por conservar la línea como lo hago ahora – respondió.

viernes, 25 de marzo de 2011

Idea Precisa

El profesor Brandon, escribe por encargo de la dirección del colegio, un anuncio de oferta de empleo: «Hay puestos de trabajo en el ramo de la construcción durante las vacaciones. Los aspirantes deben estar familiarizados con las taladradoras. Quienes sean pacientes recurrentes del dentista recibirán consideración especial».

sábado, 5 de febrero de 2011

Buen Negocio

Seriedad y prudencia: esas son las dos claves del éxito en los negocios – aseguraba el padre del bueno de don Layo que era aún más bueno, a su nieta −. Por seriedad quiero decir que, cuando uno promete la entrega de una mercancía en determinada fecha, debe cumplir aunque eso le cause la quiebra.
−Bueno – pregunto la nieta −, ¿y qué es prudencia?
No cumplir nunca esas promesas.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Postiza

«En realidad, no está tan contento como parece; lo que le sucede es que está orgulloso de su dentadura». En un cóctel, así comentaba doña Yola de su suegro, el padre del bueno de don Layo que era aún más bueno.

martes, 14 de diciembre de 2010

La Dieta

Te mofas de mi obsesión por los alimentos sanos – le dijo el bueno de don Layo a su amiga – pero si escucharas a tu cuerpo, también a ti te diría lo que verdaderamente necesita.
De acuerdo – dijo la aludida −. Me dispongo a escucharle.
¿Y qué te dice?
− ‘Brad Pitt’.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Insufrible

El bueno de don Layo que se preocupaba por todo, había llevado a su esposa a disfrutar de unas largas vacaciones. Una mañana, después de tres semanas de completo descanso, le dijo: «Querida, estoy preocupado: ¡No me preocupo!».

viernes, 10 de diciembre de 2010

Piropos

El profesor Brandon, por encargo de una amiga suya de profesión peluquera, escribe un aviso publicitario para utilizarlo en su salón de belleza: «No piropee a la encantadora señora que vea salir de este local. ¡Podría ser su suegra!».

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Parlamento

Pensando que sería muy instructivo para ellos, el profesor Brandon decidió llevar a sus alumnos a presenciar una sesión en el parlamento nacional. Los chiquillos parecían encantados, hasta que, Mario Quisbert dándole un suave codazo al profesor le preguntó:
−Profe, ¿Por qué todo el mundo habla y nadie escucha?

viernes, 12 de noviembre de 2010

Mortal Deseo

Cierta señora amiga del bueno de don Layo, le contaba que ante un tribunal de divorcio había declarado que no quería pensión alimentaria. Había también dicho que lo único que quería era que su marido la dejara tal como la conoció.
− ¿Y cómo estabas tú entonces? – le preguntó don Layo.
−Viuda.



domingo, 7 de noviembre de 2010

Karate

Tomé una sola lección de karate – le dijo Mario Quisbert al profesor Brandon −. Y ya puedo romper tablas.
− ¡Claro! – le replicó el profesor −. Con la mano enyesada.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Importante

“Un humorista no debe vivir muy lejos del suelo, ni demasiado cerca. Debe situarse en una pequeña colina, lo bastante alto para ver las cosas con el necesario desapego, pero no tan alto que las pierda de vista”.
Prof. Layo Brandon



martes, 26 de octubre de 2010

Doble Felicidad

El profesor Layo Brandon preguntó a sus alumnos:
¿Alguno de ustedes hizo algo, durante las pasadas vacaciones, por llevar a alguien un poco de felicidad?
Yo hice felices a dos personas – respondió su alumno Quisbert −. Fui a pasar unos días a casa de mi hermana mayor, y ella se sintió muy feliz, y cuando partí, su esposo quedó muy, pero muy contento.



viernes, 22 de octubre de 2010

Olvidadizas... ¿Solo Ellas?

Dos mujeres hablaban de los inconvenientes de la vejez con el padre del bueno de don Layo que era aún más bueno:
A veces – confesó una de ellas −, cuando estoy ante el frigorífico, no puedo recordar si es para sacar o meter algo.
Eso no es nada – dijo la segunda −. Hay veces en que, al pie de las gradas, me pregunto si tengo que subir o si acabo de bajar.
¡Caramba! – exclamo el abuelo −. Me alegro de no tener esos problemas – y al decir esto, dio con los nudillos en la mesa, para ‘tocar madera’ −. ¡Jaaah! – vociferó en seguida, levantándose rápidamente de la silla −. ¡Alguien está llamando a la puerta!

jueves, 21 de octubre de 2010

En Los Alpes

Hace poco, el profesor Brandon acompañado de un colega pedagogo, en sus vacaciones se fueron a practicar el montañismo a los Alpes suizos. Se perdieron en una ladera nevada azotada por los vientos, y se dispusieron a acampar para protegerse del intenso frio. En esto vieron acercase hacia ellos un perro de San Bernardo que llevaba el clásico barrilito de coñac atado al cuello.
Allá viene el mejor amigo del hombre – comentó el profesor Brandon.
– repuso el colega −, y lo trae un perrazo lanudo.

domingo, 17 de octubre de 2010

¿Solo Una?

Una mañana, un colega del profesor Brandon entró a la sala de profesores con un humor de mil demonios.
−Sólo hay una cosa que me saca de quicio – gruñó −: la mala educación… y la ineptitud para sumar.
El profesor Brandon no se atrevió a señalarle el error.

lunes, 4 de octubre de 2010

La Lata

Mario Quisbert, ya en la adolescencia tenía un apetito enorme. Por ello, antes de que sus padres salieran un día, le dejaron una nota en la lata de las galletas llena hasta la mitad: «Por favor, no te comas todas las galletas». A su regreso abrieron la lata y estaba vacía. Dentro había otra nota: « ¿Qué galletas?».

viernes, 1 de octubre de 2010

Fama

En una ocasión el profesor Layo Brandon acudió al Teatro Municipal de la ciudad de La Paz, a comprar entradas para ver la obra de un comediante del que nunca había oído hablar. Le preguntó al taquillero si el autor era famoso, y éste respondió:
−Sí. Es mundialmente famoso en Bolivia.

martes, 28 de septiembre de 2010

Corto Y Fresco

El presidente de un club de vegetarianos le pide al profesor Brandon, que le redacte un pequeño discurso para el banquete anual.
«Señoras y señores, bien venidos sean. Sólo unas breves palabras para evitar que nuestro almuerzo se marchite».

martes, 21 de septiembre de 2010

Con Píldoras

«Deseo que consigas para mi unas píldoras que me hagan más inteligente» pidió la señora Yola a su esposo el bueno de don Layo. Y él así lo hizo. Una semana más tarde, la señora le dijo:
−No siento ningún cambio.
−Sigue tomando las píldoras y ya veremos la semana próxima – le indicó don Layo.
Aún no siento ninguna mejora – observó la señora al cabo de otra semana −. ¿No será que me has estado dando un placebo?
No ves, ya eres más inteligente – exclamó el bueno de don Layo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Faltas

Cuando Mario Quisbert volvía del colegio a casa, le salieron al paso unos muchachos mayores que le exigieron dinero. Denuncio el atraco a la policía, donde mecanografiaron su declaración y le pidieron que verificara si era correcta y luego la firmara.
¿Algún error? – le preguntaron al ver que movía la cabeza.
– repuso Mario −. Hay dos faltas de ortografía.

Volando

El profesor Brandon en la clase de dibujo, repartió folios para que sus alumnos hicieran un dibujo libre. El terrible Mario Quisbert se le acerco inmediatamente para recordarle que él no sabía dibujar. Entonces el profesor le propuso que dibuje unos simples pájaros. Al cabo de un corto rato, se le acercó con el folio y el profesor vio que en el centro había pintando un punto negro. Le pidió que le explicara que había dibujado y le contestó que pájaros. El bueno y tolerante profesor le dijo que solo veía uno, y el chico contestó:
−He pintado muchos, pero los otros han salido volando y éste se va detrás de ellos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Ellas También

Cierto día, en la clase del profesor Brandon, la mayoría de los alumnos pensaba en todo menos en la materia que se les estaba impartiendo: "nociones de mecánica automotriz". Entonces para motivarlos el profesor, los había llevado a ver un taller mecánico real. El encargado de atenderlos inmediatamente percibió la poca atención que se le estaba prestando. Y así entonces, empezó a regañarlos:
−Ustedes sólo piensan en divertirse y no en su futuro. Deberían preocuparse por lo que harán mañana, sobre todo los hombres. El caso de las mujeres es distinto; ellas se casan y su marido las mantiene.
Entonces se oyó la voz de Mario Quisbert desde el fondo:
−No es verdad. También ellas deben preocuparse, ¿qué pasa si una se casa con alguno de nosotros?

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El Jugo

 − ¿Cuál es la diferencia entre un medio y ocho dieciseisavos? – preguntó el profesor Brandon a su alumno Quisbert.
No hubo respuesta.
−Venga, hombre – insistió el profesor −. Si tú tuvieras que elegir entre media naranja y ocho dieciseisavos de la misma, ¿cuál elegirías?
−Cogería la media naranja.
− ¿Y por qué?
−Porque con ocho dieciseisavos me perdería una buena parte del jugo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Devorado

El bueno del profesor Brandon una vez hizo un espectáculo para niños de la escuela primaria. Al terminar el acto, se disfrazó de dinosaurio para repartir regalos, saludar y sacarse fotos con los chiquillos, quienes se amontonaron en torno suyo. Sin embargo, había uno que no quería acercársele. Su madre le insistió en que fuera a ver al dinosaurio, pero el niño acabo poniéndose a llorar. Cuando ella preguntó que le pasaba, el profesor oyó que el niño explicaba:
− ¡Es que el dinosaurio se ha comido al profesor!

lunes, 30 de agosto de 2010

Dos Pesos Ingenuos

Cuando un par de atracadores asaltaron al bueno de don Layo, él se defendió valerosamente. Al cabo de una paliza tremenda por ambas partes. Los ladrones lograron dominar a su víctima. Le revisaron los bolcillos, pero sólo le encontraron dos pesos. Los dos atracadores miraron con cara de asombro a la víctima, y uno de ellos dijo:
− ¿Cómo te has defendido tanto por sólo dos pesos?
El bueno de don Layo los miro a su vez:
¿Qué pasa? ¿Eso es todo lo que querían? Se los hubiera dado sin tanto jaleo. Yo pensaba que andaban tras mi billete de cien dólares que guardo en el zapato.

domingo, 29 de agosto de 2010

Redacción

El profesor Brandon pide a la clase que escriba una redacción corta que trate de los siguientes temas: religión, nobleza, sexo y misterio. Al momento, Mario Quisbert levanta la mano y dice que ya ha terminado. Extrañado de la rapidez, el profesor le pide que la lea, y el alumno lo hace:
−“¡Ay, Dios mío! – exclamo la princesa −. Estoy embarazada, ¡y no sé de quién!”.

domingo, 22 de agosto de 2010

Sin Vanidad

No diría yo que el bueno del profesor Layo Brandon es un tipo vanidoso, pero sí que está absolutamente convencido de que si él no hubiese nacido de la mente de su creador, la gente exigiría una explicación.

martes, 17 de agosto de 2010

Caída

En el huerto del padre del bueno de don Layo que era aún más bueno, había varios manzanos cuyos frutos estaban a punto de caerse. De pronto, una manzana cayó al suelo y sus compañeras, que seguían colgando de las ramas, empezaron a reírse de ella. Indignado, el abuelo les dijo:
− ¡Cállense, inmaduras!

sábado, 14 de agosto de 2010

En El Cine

¿Qué hacen los jugadores de baloncesto de más de dos metros de estatura cuando acaba la temporada?
Van al cine y se sientan en la butaca de delante del bueno de don Layo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Cuestión De Práctica

Al tratar de explicar que era un milagro, el bueno de don Layo le dijo a su hija:
−Imagínate que caes desde un tercer piso y no te pasa nada, ¿qué sería eso?
−Eso sería tener buena suerte, papá.
−Ahora imagínate que vuelves a caer y que tampoco te haces daño, ¿sigue siendo buena suerte?
−Eso sería tener verdaderamente buena suerte, papá.
− Pero, ¿y si caes una tercera vez y nada te sucede?
−Eso sería ‘cuestión de práctica’, papá.

lunes, 9 de agosto de 2010

El Paraguas

¿Por casualidad me dejé el paraguas en su casa? – me preguntó un día el padre del bueno de don Layo que era aún más bueno que había venido a visitarme hacía ya algún tiempo.
Sí, se lo dejó aquí – le respondí.
Después de darme las gracias efusivamente, agregó:
Al menos usted es honrado. He preguntado a cantidad de gente si me había dejado el paraguas en su casa, y todos han respondido que no.

Aprobado

En la Fuerza Aérea, parte del procedimiento de selección de hombres consistía en plantear al candidato una situación hipotética que no admitía respuesta correcta alguna. Después, éste debía discurrir la solución que proponía con el grupo de seleccionadores, quienes intentaban hacerle cambiar de opinión y observaban sus reacciones. Durante una de las entrevistas se pidió al cadete Brandon, que imaginara que iba conduciendo un automóvil deportivo de dos plazas, un día muy frio. Y que al pasar por una parada de autobús reconocía a una anciana que vive en el departamento contiguo al suyo y padece artritis, también a un cirujano que en cierta ocasión le salvó la vida y a una bella joven por la que había estado interesado desde hace tiempo. ¿A quién llevaría?
Sin titubear, el cadete Brandon respondió que habría entregado las llaves del coche al médico, para pedirle que llevara a la anciana a casa. Y él, por su parte, se habría quedado a esperar el autobús, siguiendo los dictados de su corazón.

viernes, 30 de julio de 2010

Buen Abogado

El padre del bueno de don Layo que era aún más bueno, al dictar su testamento y última voluntad, estipuló que una orquesta filarmónica debía tocar en su entierro. «Muy bien, señor», dijo el abogado. « ¿Qué pieza le gustaría oír?».

martes, 27 de julio de 2010

El Director

El profesor Layo Brandon, dio el tema de composición a sus jóvenes alumnos: Si yo fuese el director de una compañía…

Todos los niños se inclinaron sobre sus cuadernos y empezaron a escribir. Todos menos uno.
¿Mario Quisbert, por qué no comienza su ejercicio? – le preguntó el profesor Brandon.
Estoy esperando a mi secretaria – contestó el muchacho.

miércoles, 21 de julio de 2010

Por Etapas

El profesor Brandon le preguntó a Mario Quisbert cuantos años tenía.
Doce – fue la respuesta.
Hmm – replicó el profesor −. Estás muy bien constituido para tu edad.
Es lógico – repuso el muchacho −. Mi padre es albañil.
Y – añadió su hermana – lo está construyendo por etapas. El piso de arriba necesita todavía mucho trabajo.

lunes, 5 de julio de 2010

Quisbert y el profesor Brandon (I)

No comprendo para qué sirven los maestros en las escuelas, pues he podido observar que los maestros, en vez de enseñarnos lo que son las cosas se pasan el día preguntándonoslas.
Vamos a ver, señor Quisbert – dice el profesor Layo Brandon − ¿Qué es meseta?
Señor Quisbert –otra vez sin dar tregua − ¿podría usted decirme lo que es una raíz cuadrada?
Yo pienso, que, para ese viaje, no se necesitan alforjas, aunque también creo que no se necesitan alforjas para ningún viaje, ni he visto, hasta ahora, a nadie que viaje con alforjas. Si digo esto de las alforjas es porque lo dice mi abuelita que dice muchas cosas de éstas.
Lo que yo quiero decir, en realidad, es que no hay razón para que los niños vayamos al colegio a enseñar al profesor lo que es una meseta y lo que es una raíz cuadrada. Y, por si todo esto fuera poco, encima le tenemos que pagar a fin de mes.
Ayer, cansado de tanta pregunta impertinente, tuvimos el siguiente diálogo:
Vamos a ver, señor Quisbert; ¿quiere usted decirme lo que es Geometría? – preguntó el profesor.
No, señor – respondí yo.
¿Y en cuantas partes se divide «no, señor»?
−En las que a usted no le importa.
− ¿Podría usted ponerme un ejemplo?
−Podría ponerle un ejemplo, pero no me da la gana de ponérselo.
− ¿Está usted seguro?
−Sí, señor.
− ¿Querría usted decirme cuántas clases de «sí, señor» hay?
−Dos. A saber; sí, señor, y no, señor.
−Muchas gracias. Queda usted aprobado.
Verdaderamente no hay derecho a hacer tanta pregunta, pues, según he oído decir, “el que quiera saber, que vaya a Roma”, aunque, a mi modo de entender, el que va a Roma lo único que acaba por saber es cómo es Roma.
Así es que he pensado que como el maestro siga preguntándome tantas cosas, voy a dejar de ir al colegio y me voy a colocar en una oficina de información, que es donde nadie pregunta nada.

Quisbert y el profesor Brandon (II)

Cada día me fío menos de las personas mayores. El profesor Layo Brandon, después de pasarse la vida diciendo que si debemos aprender de los animales, y que si yo no sé qué cuántas cosas de los animales, luego, en la práctica, no tiene en cuenta nada de lo que ha dicho de los animales.
Digo esto porque, desde hace varios días, no hace más que hablarnos de los inocentes pajarillos que cantan en la enramada sus alegres canciones de primavera…
Pues bien; la otra tarde, cuando iba yo con mi madre por la compra, encontré a don Layo en un puesto de comida comiéndose un pajarito frito, sin tener en cuenta nada de sus alegres canciones de primavera ni su nada. No contento con esto, cuando acabó de comerse al pajarito, pidió unos pequeños pececillos, que creo que se llaman ispis, y se los comió sin la menor consideración y sin derramar ni una sola lágrima.
Después comentó con la cocinera sobre una cabeza decapitada que estaba siendo introducida en una gran olla, que, según puede oír, era de un pobre corderito. Decía que ese era uno de los más exquisitos platos de Guaqui – su tierra natal – sin el menor remordimiento.
− ¡Dios mío! – exclamé para mis adentros –. Este don Layo es un farsante.
Al día siguiente, cuando en la clase empezó a hablarnos de los coleópteros y de la vida de los coleópteros, exclamé:
−Dígame, profesor Brandon, ¿se comen los coleópteros?
Don Layo puso cara de asombro y me preguntó:
− ¿A qué viene esa pregunta, Señor Quisbert?
Viene – respondí yo – a que el otro día nos habló de los pajarillos y luego se estaba comiendo uno del tamaño de una manta de viaje. Por lo tanto, no me extrañaría nada que tuviera usted hoy para almorzar coleópteros con tomate o coleópteros en su tinta.
Don Layo monto en cólera y, después de grades gritos, dijo que no toleraba bromas de esa clase y que escribiera en un papel la palabra coleóptero mil doscientas veinticinco veces.
Yo, mientras cumplía mi castigo, pensé, que en esta vida no por mucho madrugar se amanece más temprano.

Quisbert y el profesor Brandon (III)

Dábamos nuestra clase de Gramática. El profesor Layo Brandon dirigiéndose a nosotros dijo:
−Si queremos nombrar personas, animales o cosas, nos valemos de unas palabras que se llaman nombres o sustantivos, como Vicente, canario, rosal. Pero si queremos decir lo que son, o lo que hacen o como están estos seres, entonces necesitamos de otra clase de palabras llamadas verbos. Veamos unos ejemplos: Vicente es zapatero. El canario canta. El rosal crece. Las palabras «es» y «crece» son los verbos.
Dicho esto don Layo me preguntó:
−Vamos a ver, señor Quisbert, ¿ha entendido bien esto?
−No, señor – respondí −, ni lo he entendido, ni me importa un comino todo lo que ha dicho.
− ¿Cómo que no le importa? – gritó iracundo don Layo −. ¿Para quién hablo, entonces?
Digo que no me importa – aclaré −, por la sencilla razón de que el que Vicente sea zapatero o carpintero, a mí ni me va ni me viene. Allá él con sus problemas. Además cuando yo sea mayor, lo más probable es que Vicente se haya cansado de ser zapatero o se haya ido a vivir a otro bendito pueblo. Por otra parte, no conozco a ese Vicente ni de vista. Tampoco me interesa lo más mínimo que el canario cante o deje de cantar, pues no pienso tener canarios en mi vida, y si los tengo prefiero que no canten para que no me den la lata. Y respecto a lo de que crezca el rosal, allá él, pues no voy a perder mi tiempo viendo cómo crece un rosal que, al fin y al cabo, no es nada mío.
¿Y los verbos? – gritó don Layo −. ¿Tampoco le interesan los verbos?
¿Los verbos?... ¿Qué quiere usted que haga con los verbos? Mi madre dice que ahora lo único que tiene importancia es la comida, y no querrá usted que me coma los verbos.
Don Layo montó en cólera y exclamó:
¡Eres un estúpido y un ignorante y, si no aprendes los verbos, nunca sabrás que en el verbo hay tres personas!
− ¿Y qué importancia puede tener una cosa en la que sólo hay tres personas? Si el verbo fuera más interesante estaría lleno de gente… ¿Quiénes son esas tres personas?
−Esas tres personas son; yo, tú y él.
− ¿Yo?...
−Sí, tú eres la segunda persona.
−Claro, y usted la primera. ¡Siempre tan egoísta!
Don Layo se puso rojo como un pimiento rojo y, cogiendo la regla, me dio cuarenta palmetazos y me arrancó una de mis patillas.

Quisbert y el profesor Brandon (IV)

El otro día, durante la clase, pregunté al profesor Layo Brandon:
−Dígame, profesor Brandon, ¿porqué son negros los negros?
Don Layo me miró con aire superior y exclamó:
− ¡Que pregunta tan tonta, señor Quisbert! Los negros son negros porque…
No llegó a acabar la frase. Me miró con asombro y murmuró después en voz baja:
− ¡Caramba, pues es verdad! ¿Por qué serán negros los negros?
Luego observó con miedo a todos los discípulos, temeroso de que le hubieran oído y dijo:
−Pues bien, hijo mío, la respuesta a esa pregunta es bien sencilla; los negros son negros para que sepamos que son negros. Si los negros fueran verdes, o fueran colorados, o fueran a rayas, ¿cómo íbamos a saber que eran negros? Además, otra de las razones de que sean negros es porque nosotros somos blancos. El negro es negro con relación al blanco, así como el blanco es blanco con relación al negro. En la vida todo es relativo. Existen hombres altos porque los comparamos con los hombres bajos y sabemos que un hombre es bajo cuando está al lado de un hombre alto.
Después, don Layo cogió un pedazo de tiza y se dirigió a la pizarra. Borró lo que había en ella y dijo, mientras unía la acción a la palabra:
−Supongamos que tenemos un cubo…
Dicho esto, guardó silencio un momento.
¿Para qué habrá dibujado un cubo don Layo? – pensé −. Cuando él dibuja un cubo debe tener una razón muy poderosa. Él no es de esas personas que dibujan un cubo por dibujar algo.
Don Layo volvió a repetir:
−Si tenemos un cubo…
Después empezó a escribir números y signos misteriosos, mientras seguía diciendo:
−Supongamos que tenemos un cubo…
De pronto, calló. Sacó el reloj de bolcillo de su chaleco y, después de dirigirle una mirada y otra a nosotros, dijo:
−Niños, ya es hora de salida. Lo siento, pero otro día demostraré científicamente porqué razón los negros son negros.

domingo, 4 de julio de 2010

Historia

Esto de estudiar es una gran cosa, porque acaba uno por enterarse de todo. Ahora me he decidido a estudiar Historia, que es un libro que cuenta lo que ha pasado antes de lo que está pasando.
Según la Historia, que por lo visto ya vivía en aquellos tiempos, el primer hombre que vivió en la Tierra fue el hombre primitivo. Parece ser que en la época en que vivía el hombre primitivo no había teletransportación, cosa que tampoco hay ahora, ni casas, ni carreteras, ni metales, ni fuego y ni siquiera se había estrenado ‘La guerra del fuego’ de Jean Jacques Annaud.
Por lo tanto, el hombre primitivo no sabía qué hacer y se pasaba el día metido en una cueva dejándose crecer el pelo.
Los primeros hombres primitivos tuvieron la mala suerte de vivir en una época que se llamaba período paleolítico, en el que lo único que se conocía eran las piedras, y como, por lo que se ve, tampoco en aquella época los hombres se llevaban demasiado bien, en cuanto tenían la menor ocasión, por menos de un 'quítame allá esa piedra', armaban una guerra de aúpa.
Generalmente, el motivo de las disputas de entonces era por si unos tenían más piedras que otros, y como la guerra consistía en tirarse piedras los unos a los otros y los otros a los unos, resultaba que ganaba la guerra el que perdía la guerra, ya que era éste el que acababa teniendo más piedras que nadie.
Afortunadamente, los hombres primitivos se cansaron de ser primitivos y de tanta piedra, y organizaron una cosa que se llama la Prehistoria, que consistía en que los hombres, en vez de ser tan primitivos y en vez de dejarse crecer el pelo, se dedicaban a pintar bisontes en las paredes de las cuevas, con el fin de que las generaciones posteriores se dieran cuenta de que ellos eran unos prehistóricos.
(Redacción del alumno Mario Quisbert, para la clase de Historia del Profesor Brandon).

lunes, 21 de junio de 2010

Primera Semana

Cuando apenas tenía seis años el pequeño Mario Quisbert y fue a la clase de primero de primeria y acababa de terminar su primera semana en el colegio. «Estoy perdiendo el tiempo». Le dijo a su madre. «No sé leer, no sé escribir… ¡y encima no me dejan hablar!»