sábado, 26 de diciembre de 2009

Tocayos

Me llamo igual que mi padre: Layo, Layo Brandon. Una tarde, sonó el teléfono y alguien pidió hablar con don Layo.
¿El mayor, o el menor? – preguntó mi madre.
El que llamaba dijo que quería hablar conmigo. Cuando colgué después de hablar, dije a mi madre:
¿No podrías referirte a mí con algo distinto a “el menor”?
La siguiente vez que solicitaron hablar con don Layo, mi madre preguntó:
¿El joven, o el viejo?
Mi padre protestó después:
¿Cómo que “el viejo”? ¡Ni que fuera yo Matusalén!
En ese momento sonó el teléfono otra vez:
¿Está en casa don Layo? – preguntaron.
Mi madre pensó rápido y dijo:
Le contestaré si puede usted describirlo, por favor señor.

Plagio

En un recital poético organizado por el profesor Brandon, para descubrir talentos en composición y declamación, el travieso de su alumno Quisbert recitó un poema plagiado. El profesor Brandon le felicitó y, dirigiéndose al público, declaró: «Amigos, nos ha sorprendido agradablemente que un gran poeta, recientemente desaparecido, se haya presentado ante nosotros disfrazado. Acaban de oírle recitar su más celebrado poema».

martes, 22 de diciembre de 2009

Coloreados

Quisbert, Mario Quisbert tenía muchísima caspa. Había recurrido a todos los remedios imaginables, pero ninguno le daba resultado. Por último, junto a su madre y desesperado, consulto con cuatro peluqueros el mismo día.
El primero le trató el cuero cabelludo con un tónico de color verde. El segundo empleó una loción roja, el tercero le aplicó una crema azul, y el último, un líquido de vivo color púrpura. Tres días después, Mario le contó a un amigo que la caspa le había desaparecido por completo.
¡Eso es estupendo! – dijo el amigo −. Estarás contento.
No lo creas – respondió Mario −. Lo que más me preocupa ahora, es deshacerme del confeti.

Diligentes

El padre del bueno de don Layo, que era aún más bueno, era dueño de una bodega. Cierto día, fue a buscar a uno de sus empleados, a Mario Quisbert que en sus vacaciones escolares trabajaba de ayudante, y gritó:
¡Mario! ¿Dónde estás?
− ¡Arriba, jefe! – fue la respuesta, desde el desván.
¿Qué estás haciendo allí? – insistió el dueño.
Ayudando a Juan, jefe.
− ¿Y qué está haciendo Juan?
− ¡Nada, jefe!

viernes, 18 de diciembre de 2009

Buena Definición

¿En qué consiste el sentido del humor?
No es, desde luego, la capacidad de entender un chiste. Proviene más bien, del sentimiento del propio absurdo. Es el arte de comprender una broma… y que la broma sea uno mismo.
Prof. Layo Brandon

La Caída

El profesor Layo Brandon, conocedor de ciencias y mucho más, iba una tarde por la calle cuando inesperadamente con el bordillo de la acera tropezó y cayó de bruces.
Al ver la sangre que rápidamente brotaba de una herida en la frente, le sucedió algo muy extraño. Más tarde escribió el profesor:
“Confuso y dolorido, murmuré: ‘¡Ay! No se vayan… lo siento’.
Aquellas palabras iban dirigidas a una parte de mí ser.
Hablaba a las células sanguíneas, fagocitos, plaquetas… todas aquellas maravillas, independientes, móviles, vivientes, que habían sido parte mía y, ahora, debido a mi torpeza y falta de cuidado, morían cual peces fuera del agua sobre el ardiente pavimento.
Sabía que estaba compuesto por millones de estos entes diminutos que, con trabajo y sacrificio, corrían veloces a sellar y reparar mis tejidos rotos.
Yo era su galaxia.
Por primera vez, los amé conscientemente.
Me pareció entonces, y ahora al recordarlo lo pienso así, que en mi caída había causado, en el universo que habitaban, tantas muertes como la explosión de una supernova en el cosmos”.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Al Teléfono (1)

La esposa del bueno de don Layo, la señora Yola, pregunta:
¿Qué se debe hacer al descubrir que contesta una grabación? Yo suelo colgar, pues detesto hablar con una máquina. Sé que esto no es correcto; pero, ¿qué hago?
Don Layo, responde:
Es perfectamente correcto colgar a una máquina. En realidad, no puede hablarse de comportamiento correcto o incorrecto entre persona y máquina. Ya es bastante difícil ser corteses entre nosotros como para preocuparnos de tratar a las máquinas con gentileza.

Al Teléfono (2)

La esposa del bueno de don Layo, la señora Yola, pregunta:
¿Cuántas veces, cuando llamo, debo dejar que suene el teléfono antes de colgar? Me disgustan los “fantasmas de tres timbrazos”.
Don Layo, responde:
Seis veces; tal vez ocho. Y si sospechas que la persona está allí, cuelga y vuelve a llamar. Esto te dará dos oportunidades de marcar correctamente el número, y a la otra persona, tiempo para salir de la bañera.

Al Teléfono (3)

La esposa del bueno de don Layo, la señora Yola, pregunta:
Una amiga me llamó a casa y, durante toda la conversación, estuvo comiendo zanahorias crudas. Traté de hacer caso omiso de los ruidos, pero eran muy desagradables. ¿Habría sido correcto decirle: “Por favor, vuelve a llamar cuando termines de comer”?
Don Layo, responde:
Bueno, estoy de acuerdo contigo, excepto en lo que se refiere a censurar directamente a las personas por sus errores de comportamiento social. Yo prefiero en estos casos las acusaciones indirectas, como: “Cuelga y marca otra vez; hay interferencia en la línea. Al parecer se atravesó una zanahoria”.

Al Teléfono (4)

La esposa del bueno de don Layo, la señora Yola, le cuenta:
Hace poco me enteré de una anécdota que pensé que te gustaría. Un ex director general de Correos, reveló en su libro una manera ingeniosa de interrumpir a quienes se eternizan hablando por teléfono. Sugería colgar mientras uno estaba hablando. El otro creería que se había cortado la llamada accidentalmente, porque nadie cuelga mientras habla.
Don Layo, reflexionó y dijo:
Eso es a la etiqueta, lo que el suicidio a la Ley; es indebido, pero imposible de castigar. Ambas son soluciones definitivas, aunque extremas; sin embargo, hay que reconocer que suelen ser respuestas a problemas de gravedad extrema.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Todo en Televisión

Una amiga del bueno de don Layo, se quejaba de la mala calidad de los programas de televisión.
Veo muy poca televisión – le decía don Layo −; me gusta más el mundo real.
¿Sí? – preguntó la amiga −, ¿y en que canal pasan ese programa?

Una De Dos

El apuesto e inteligente Mario Quisbert – dejando de lado su timidez – se sentó al lado de una guapa muchacha en el patio del colegio a la hora del recreo. Nunca habían hablado de nada en particular, y le impresionó su cordialidad. Al volver a sus aulas, le habló de su pequeño escondite secreto en el jardín de su casa, para su sorpresa, le preguntó si le gustaría pasar allí la tarde del sábado próximo. «Sólo nosotros dos, en secreto, dueños de mi jardín y el mundo…» Aquello parecía muy romántico, pero demasiado rápido para la chiquilla. Le dijo, pues, que tendría que pensarlo. Corrió a su mesa y no pudo dejar de contarle todo a su compañera. « ¡Yo creo que tienes que ir!», le dijo. « ¡Se llevará una gran decepción si las dos rechazamos su invitación!».

Una Sola Pregunta

El profesor Layo Brandon goza fama de ser muy bueno fuera del colegio y también de ser muy estricto dentro. Cierto día, dos de sus alumnos se referían a uno de sus exámenes.
El profesor Brandon debe de estar ablandándose dentro del colegio – decía uno de los estudiantes −. Yo no pude asistir a su clase el otro día, pero me dijeron que se limitó a hacer una sola pregunta.
¡Ah, sí! ¡Ya lo creo! – respondió rápido, su compañero, mirando al cielo −. Nos dijo que describiéramos el universo y le pusiéramos dos ejemplos.

martes, 8 de diciembre de 2009

La Lista

Durante uno de los más memorables enfados habidos entre el bueno de don Layo y su esposa la señora Yola, ella se levantó de la silla, cogió dos hojas de papel y dijo: «Hagamos, cada uno, una lista de lo que no nos gusta del otro».
La señora empezó a apuntar. Don Layo la miro durante algunos minutos con el entrecejo fruncido, y luego anotó algo en el papel. Ella volvió a escribir. Don Layo la observaba y, cada vez que su esposa se detenía, él seguía con su lista.
Por fin terminaron. «Intercambiemos las quejas», indico don Layo. Así lo hicieron. «Devuélveme mi lista», le pidió su esposa cuando vio las anotaciones de su marido. En toda la hoja, el bueno de don Layo había escrito: «Te quiero, te quiero, te quiero,…»

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Turista

El bueno de don Layo, todo un turista regresa al hotel después de recorrer la cuidad:
Perdone – dice al recepcionista −, pero tengo una memoria horrible. ¿Puede decirme en que habitación estoy?
Desde luego – le responde, amablemente, el empleado −, está usted en el vestíbulo.

La Paz Empieza 'Ya'

Quisbert, Mario Quisbert a punto de cumplir un año más adentrándose también más en la adolescencia, a él su madre le preguntó que qué le gustaría para ese día especial. El le respondió que ‘un mundo en el que reinara la paz’. Pero luego, se quedó atónito cuando vio que su equipo de música había sido retirado de su habitación.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Suavidad Exterior

En una tienda de lencería, el bueno de don Layo quería comprar un camisón para regalárselo a su esposa, decía a la vendedora que la tela debía ser suave. Aquella le enseñó un bonito modelo con cuello de encaje. Don Layo tocó la tela y, señalando el encaje, preguntó:
¿Está segura de que esto no raspa?
¡Claro que no raspa! – contestó la vendedora −. Además, el encaje va por fuera.
Lo sé – agregó don Layo −, pero ahí es donde estaré yo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Colado Detrás

Una mañana, cuando el bueno de don Layo iba en su moto a su trabajo, un policía que circulaba delante de él se saltó un semáforo en rojo. El hizo exactamente lo mismo, y el agente le indicó inmediatamente que se detuviera junto a la acera. Antes de que pudiera sacar el talonario de multas, le dijo: «Lo siento, agente, me he limitado a seguir a la ley». El poli sonrió y le hizo ademán de seguir su camino.

Cúmulo o Montón

El profesor Sir Layo Brandon, en su clase de Geofísica, hablaba sobre las maravillas del universo.
Este mundo en que ustedes viven, esta Tierra grande, vibrante, rotatoria, es una congerie de increíbles maravillas.
Tras una larga pausa, muy preocupado su alumno Quisbert, que estaba atento en primera fila, dijo:
Pues a nosotros no nos parece tan mal.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Entrometido en Doble Error

El bueno de don Layo, durante un vuelo de São Paolo a Madrid, ocupó el asiento contiguo al de un desagradable pasajero que se pasó la mayor parte del tiempo molestando a un auxiliar de vuelo, el cual satisfacía rápidamente cada exigencia de aquél. En cierto momento, su indeseable vecino de asiento le dijo al auxiliar:
− Jamás me había tropezado con una persona tan estúpida como usted.
En cabio, usted es el caballero más afable que he conocido – afirmó el auxiliar de vuelo con tono tranquilo.
Pero es muy probable que ambos estén equivocados – dijo don Layo, entrometiéndose.

martes, 24 de noviembre de 2009

Horarios Diferentes

Todas las noches, después de que sus padres se durmieran, Mario Quisbert el travieso iba de puntillas a la sala de estar y llamaba por teléfono al azar a distintas personas, hasta que se aburría y se quedaba dormido.
Una noche, su madre se sentó en el sofá, a esperar la llegada del bribón, al que había desenmascarado.
¿Sabes? – le dijo, cuando Mario apareció a las tres y cuarto de la madrugada −. No se debe telefonear a la gente por la noche. A estas horas, todo el mundo está durmiendo, y no está bien despertar a nadie con una llamada.
− ¡Bueno, no te preocupes, mamá! – dijo el pequeño −. Si marcas muchos números seguidos, te contesta gente de muchos lugares donde ya ha amanecido.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El Buen Conductor

Un alumno del primer curso de primaria cortó de su jardín una enorme rosa roja para llevársela a su maestra. Soplaba un viento muy fuerte, y al dirigirse al bus-escolar que esperaba, las ráfagas le fueron arrancando los pétalos uno a uno. Cuando con expresión de tristeza subió al vehículo, no le quedaban más que un tallo con uno o dos pétalos. El bueno de don Layo que conducía el bus-escolar, hizo después una parada imprevista. Los alumnos le vieron acercarse y luego hablar con alguien a la puerta de una casa. Y a su regreso puso en manos del chiquillo una rosa aún más hermosa, cortada con permiso de su dueño.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Astucia

Dos empleados del colegio comentaban:
El jefe, el profesor Brandon, ha convocado una reunión para hoy a las cuatro – dijo uno.
¿Porqué quiere siempre que sean en viernes y a las cuatro de la tarde? – preguntó el otro.
Por que todos se apresuran en darle la razón.

Buena Idea

Una madre de familia se quejaba al profesor Brandon, de que sus dos hijos pequeños discutían constantemente por el reparto de las cosas.
¡No aguanto más! – decía angustiada.
Es un problema fácil de resolver – respondió el profesor −. Simplemente, escoja a uno de ellos para que haga el reparto y deje que el otro elija primero.

Contra el Parabrisas

Al lugar donde acababa de ocurrir un accidente automovilístico, se acercó apresuradamente el bueno de don Layo y vio una escena espantosa en el interior del coche, contra el parabrisas. Sin detenerse, corrió hasta el teléfono más cercano para solicitar una ambulancia, y en seguida volvió al automóvil por ver si podía prestar algún auxilio.
¿Está usted herido? – preguntó don Layo al conductor, que parecía que se movía junto al volante.
No, en absoluto – contestó tan tranquilo, el conductor −, pero, la ‘pizza’ que traía ha quedado hecha una plasta en el parabrisas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

¡Menos Mal!

Un músico, amigo del bueno de don Layo, se murió tras haber dejado escrito que enterraran su flauta con él. Don Layo preguntó a la viuda:
− ¿Qué pensaste cuando supiste que tu esposo deseaba que colocaran su flauta dentro del ataúd?
− Pensé que era una bendición que no fuera pianista.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Hospital

La esposa del profesor Brandon, la señora Yola, subió en el ascensor de un hospital a la vez que un empleado vestido de blanco que llevaba un extraño aparato. Era muy grande y tenía gran cantidad de mandos, barras, válvulas, medidores, indicadores y botellas invertidas.
¡Qué barbaridad! – Comentó la señora. – No me gustaría nada estar conectada a esa máquina.
El empleado respondió:
− A mí tampoco, señora. Es un lavaalfombras.

Entonces...

En la clase de Antropología del profesor Sir layo Brandon, su inquieto e intrépido alumno Quisbert le preguntó:
− ¿Los papás saben siempre más que los hijos?
− Sí. – respondió el profesor.
− ¿Quién inventó la máquina de vapor?
− James Watt.
− Bueno, ¿Y por qué no la inventó entonces el papá de James Watt?

viernes, 6 de noviembre de 2009

Buenas Referencias

El empleado más perezoso del colegio, pidió una carta de recomendación al director, que por entonces era el profesor Sir Layo Brandon. Este meditó durante toda la noche, buscando algo que no fuera mentira y que, a la vez, no perjudicara al muchacho. Finalmente, escribió: “Afortunado será si logra que trabaje para usted

Anuncio de Vida

El bueno de don Layo, tenía un escritorio viejo que apreciaba mucho por haber pertenecido a su bisabuelo, héroe nacional muerto durante la revolución. De noche, el mueble cobraba vida, su esposa doña Yola decía oír como si alguien abriera los cajones, escribiera con una rechinante pluma de ave y golpeara con fuerza el escritorio. Aunque los ruidos la asustaban al principio, la señora acabó por acostumbrarse, convencida de que era el espíritu del bisabuelo de su esposo.
Don Layo sabía que en realidad se trataba de unos escarabajos que estaban royendo la apolillada madera. 'El espíritu inventado por algunos miedosos suele ser un insecto que, lejos de anunciar la muerte, hace ruido para anunciar la vida'. Pensó.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Desgastado

El bueno de don Layo se encontró casualmente con una amiga después de muchos años. Y ella le contó que tenía en curso su divorcio, y que estaba muy desilusionada de quien fuera su marido. Don Layo le dijo a la mujer:
− Pero algo positivo debía tener tu marido cuando te casaste con él hace siete años.
− Sí, lo tenía, pero lo hemos gastado hasta el último centavo.

Vergüenza sobre ruedas

El padre del bueno de don Layo, que era aún más bueno, llevó su viejo y antiguo automóvil de color verde que tenía muchas abolladuras y arañazos, a un taller, y preguntó al mecánico por que le había costado tanto trabajo arrancar el coche por la mañana. El mecánico miro el vehículo con cara de reproche y respondió: «Probablemente ya le daba vergüenza salir con esa pinta».

Un Beso

El profesor Sir Layo Brandon, en la clase de laboratorio de química trabajaba a menudo ayudado por otros maestros, sobre todo con los grupos más inquietos y revoltosos. Un día comenzó a dar la práctica nada más entrar. Por el rabillo del ojo, vio que la guapa maestra que le ayudaba sacaba una barra de labios muy roja y, con gran cuidado, se pintaba los labios muy generosamente. «Que extraño en ella», se dijo.
Cuando sonó la campana, el profesor Brandon se despidió de sus alumnos, todos varones y adolescentes, y les dijo que se habían portado excepcionalmente bien. Entonces, la maestra ayudante comentó:
Jóvenes, estoy segura de que nuestro profesor de química ha pensado que hoy me he conducido de modo muy extraño. ¿Alguno de ustedes querría explicárselo?
El alumno Quisbert que estuvo en el grupo, levantó la mano y habló:
Ella nos dijo, que si alguno de nosotros se portaba muy bien hoy, le daría un beso muy fuerte.

sábado, 31 de octubre de 2009

La Espoleta

El bueno de don Layo, tiene siempre el don de decir lo más adecuado. El día del cumpleaños de su pequeña hija, después de comer un pollo, cogieron la espoleta para romperla y ver así a quien se le podía cumplir un deseo. La pequeña, que ansiaba ver realizado su sueño, se decepcionó al quedarse con el extremo menor del hueso, mientras don Layo conservaba el más grande. «No importa hijita…», la consoló el bueno de su padre, sonriente. «Mi deseo fue que se realizara el tuyo».

jueves, 29 de octubre de 2009

Pasajero Ejemplar

En un autobús repleto de personas, un individuo obstruía el pasillo e impedía el paso. Cortésmente, el bueno de don Layo, que acababa de subir le pidió que avanzara hacia el interior, pero el sujeto se volvió y le llamó «imbécil». Lejos de disgustarse, don layo sonrió y dijo a los demás pasajeros, para quitarles el susto: «No sé quién tiene razón, si este caballero que me llama imbécil o yo que llamo caballero a un imbécil

domingo, 25 de octubre de 2009

Toto en un Pub

El bueno de don Layo entró en un pub llevando consigo a su Shar Pei llamado Toto, un perro muy arrugado y también muy listo. Ya en la barra con su compañero, don layo pidió una copa para cada uno.
¡Pero no puede usted entrar aquí con un pero! – dijo a gritos el barman.
Un momento − le contestó don Layo −. Este perro es amigo mío y lo quiero casi como a un hijo. Además, sabe tocar cualquier instrumento musical.
El barman apostó dos copas a que el perro sería incapaz de hacer tal cosa.
Don Layo aceptó la apuesta, y el de la barra trajo un violín que puso frente al animal. Con gran sorpresa de todos los presentes, el arrugado perro tomó el violín y lo toco con mucho sentimiento. «Nos debe usted dos copas», dijo el bueno de don Layo.
A continuación, el barman pidió que les trajeran un trombón y, sin tardar, Toto comenzó a ejecutar una pieza de jazz. «Nos debe usted otras dos copas», advirtió orgulloso don Layo.
El barman empezaba a estar cansado de tantas copas gratis. Entonces se acordó de que guardaba en la bodega una vieja concertina, un acordeón de forma hexagonal dejado hace mucho por un músico argentino. Fue en busca del instrumento y lo plantó en la barra. Inmediatamente, Toto se levantó, agarró la concertina y se puso a besarla y a estrecharla entre sus patas.
¿Lo ve? – dijo el barman −. Ya sabía yo que este bicho no podría tocar esto.
No se precipite – le atajó don Layo −. ¡En cuanto mi amigo se dé cuenta de que no puede casarse con ella empezará a tocarla! Y quizás nos regale hasta un tango.

viernes, 23 de octubre de 2009

De tal palo...

Durante un recorrido por su huerto, el bueno de don Layo descubre a un chiquillo subido en un manzano.
Espera y verás, pillo – le dice, además de identificarlo como al travieso de Quisbert, su alumno −. Pienso hablar con tú padre.
El pequeño alza la mirada y dice:
Papá, aquí abajo hay un señor que quiere hablarte.

lunes, 19 de octubre de 2009

El Perfecto

Quisbert, alumno del profesor Brandon, se quejaba constantemente de las chicas del colegio. Todas son «demasiado tontas, demasiado frívolas, demasiado habladoras»… demasiado esto, demasiado lo otro.
Un día dijo que había encontrado a la única, a la más prefecta mujer del mundo. Sin embargo, cuando dio la noticia, el profesor Brandon no advirtió en él la alegría que se esperaba.
¿Qué pasa? – le preguntó el profesor −. Has encontrado a la mujer perfecta, ¿no es así?
– contestó Quisbert −, pero ella está buscando al hombre perfecto.

Clubs

Los clubs de alumnos del colegio, en el que trabaja el profesor Brandon y por sugerencia de él, estaban haciendo campaña para reclutar nuevos miembros, y el tablero de anuncios aparecía repleto de eslóganes. A cual más atractivo. Sin embargo, el que más miradas atrajo fue el siguiente: «El club de introvertidos celebrará su primera reunión en el ropero del aula 12. Se pide a los nuevos miembros que se queden en casa».

jueves, 15 de octubre de 2009

Otro Tren

TELEGRAMA: Perdido tren. Saldré mañana misma hora. Layo.
Respuesta: Si sales misma hora volverás a perderlo. Yola.

Métodos Modernos

Sentado en una banca a la vera de un camino en el pueblo, el padre del bueno de don Layo, campesino curtido por la intemperie y que era aún más bueno, escuchaba pacientemente a un intelectual de la ciudad que exponía sus ideas sobre diversos aspectos de la agricultura:
Por ejemplo – decía el capitalino −, con los métodos científicos modernos de cría, los granjeros podrían producir aves con seis patas y así triplicar sus ganancias.
El rústico campesino, acomodando con la lengua a un lado de la boca el bolo de coca masticada y asintiendo lentamente con la cabeza, dijo:
No dudo que haya métodos modernos de cría, señor. Pero con seis patas, ¿qué "método moderno" usaría uno para atrapar las gallinas?

lunes, 5 de octubre de 2009

Constelación

El examen de la clase de Astronomía del profesor Sir Layo Brandon, fue largo y muy difícil. Una de las preguntas era: «Si está usted en el ecuador el 21 de junio, y cierta constelación aparece allí veinte grados al este de la luna nueva, ¿cuál sería la mejor posición para observar dicha constelación si estuviera usted a treinta grados norte de latitud y cien grados oeste de longitud y fueran las dos en punto de la madrugada, hora del meridiano de Greenwich?»
Uno de sus alumnos, el pícaro de Quisbert, se quedó pensando un momento y luego escribió: «La mejor posición para observar esa constelación sería en el jardín de mi casa, tumbado de espaldas en el césped y mirando hacia arriba».

Demaciada Flor

El bueno de don Layo es tan callado que resulta taciturno. Un día entró en una floristería en cuyo mostrador aparecía el tradicional eslogan de “Dígaselo con flores”.
Quisiera una rosa, − dijo – una sola. Que la manden a esta dirección con mi tarjeta.
La florista le escogió una. Don Layo arrancó cuidadosamente los pétalos de la flor hasta que solo quedaron dos. Luego se la entregó a la florista diciendo:
Aquí tiene. Incluso así, aún me pregunto si no he dicho demasiado.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Manco Cápac

Cuando un astuto aymara trabajaba sus tierras, el arado golpeó lo que parecían dos curiosas piedras blancas. Los cogió y vio que eran cráneos humanos; uno grande y el otro pequeño. En seguida, pensó un plan. Tomó el cráneo más grande y se dirigió a donde paseaban unos turistas, cerca de unas ruinas arqueológicas del lugar. Se acercó a uno de ellos, sacó el cráneo y dijo: «Este fue Manco Cápac, el gran rey del Imperio Incaico. Se lo vendo barato». El turista no pudo resistirse y compro la calavera. El campesino tomó el dinero y fue directamente al pueblo, donde se gastó hasta el último centavo. Luego volvió a su casa, tomó el cráneo pequeño y se dirigió de nuevo en busca de los turistas. Vio al mismo grupo de gringos y se dirigió al que le había comprado el cráneo grande.
Este fue Manco Cápac, el gran rey del Imperio Incaico − indicó, otra vez.
¡Pero será posible!, si me vendió usted su cráneo esta mañana.
Sí, señor. Pero aquel era el de Manco Cápac adulto; éste es de cuando Manco Cápac era sólo un niño.
Reseña histórica.
Es bueno recordar que, Manco Cápac fue fundador, según la leyenda, del Imperio Incaico, de la ciudad de Cusco y de la dinastía de los Incas (s. XII).
Los Aymaras son un pueblo indio de Bolivia y del Perú, que habita en la región del lago Titicaca. Los aimaraes fueron sometidos por los incas en el s. XV, antes que éstos, como atestiguan las ruinas de Tiahuanaco, lograron un alto grado de civilización. Durante la Conquista lucharon contra los españoles. Su lengua se habla todavía en nuestros días.

martes, 15 de septiembre de 2009

Toto

El bueno de don Layo afirmaba que si se le daba dinero a su perro llamado Toto, el animal salía inmediatamente hacia el quiosco a comprar el periódico. Un amigo insistió en que quería ver una demostración, y dio dinero al perro. El perro salió, y al cabo de una hora seguía sin volver con el periódico.
− ¿Cuánto le has dado? – preguntó don Layo a su amigo.
Un billete de veinte euros.
Ahora me explico; cuando le dan eso, se va al cine.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Caída Libre

El profesor Sir Layo Brandon en su clase de física, solía hacer una demostración in situ para materializar el tiempo de descenso de un cuerpo en caída libre; colgaba una pelota de las vigas del techo del aula y la soltaba desde allí sobre un cubo lleno de arena, diez metros más abajo.
Todos los años se colocaba el cubo meticulosamente para que la pelota cayera en él y, todos los años, los alumnos, a escondidas, lo movían hacia un lado, de modo que la pelota daba estrepitosamente en el suelo.
El profesor Brandon cansado de la broma, trazó con tiza una línea alrededor del cubo. Los alumnos, como de costumbre, movieron éste, trazaron un círculo en la nueva posición, lo borraron ligeramente y pusieron el cubo en el lugar original.
« ¡Ajá!», dijo el profesor Brandon al ver la débil marca de tiza borrada, pensando haber descubierto la treta de sus alumnos. Puso el cubo sobre la marca, dejó caer la pelota… y ésta se estrelló en el suelo, como siempre.

jueves, 10 de septiembre de 2009

El Letrero

Otra vez, el bueno de don Layo escribe algo por encargo. Ésta ocasión se trata de un ‘letrero’ que incentive a estudiar a los alumnos del colegio:
«Todos debemos aprender algún oficio… o no sabremos en que estamos desempleados».

Las Telenovelas

Cuando el bueno de don Layo descubre que su hija de nueve años veía ciertas telenovelas al regresar del colegio, vio con ella algunos episodios y decidió que había llegado el momento de hablar del tema.
Mira, hijita, estas historias no son reales. Normalmente, en la vida, la gente no conoce a una persona e, inmediatamente, se va a la cama con ella.
− ¡Eso ya lo sé! – respondió ella, tan tranquila −. Siempre toman una copa juntos primero.

Pescado Fresco

El bueno de don Layo en el mercado:
− ¿Está de verdad fresco este pescado?
− ¡Cómo no, señor! Dele respiración de boca a boca, y al momento volverá a nadar.